GRADO ONCE
TEMA 3: EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA ENERGÍA.
El uso por el ser humano de fuentes de energía ajenas a
su propia capacidad física se inicia con el descubrimiento del fuego. Existen
evidencias de su uso ya por parte del Homo erectus hace cerca de 1.000.000 de
años. Este hecho, datado en los albores de la humanidad, supuso el primer paso
en la larga carrera de los humanos por explotar los recursos energéticos que la
naturaleza les ofrecía.
En
un primer periodo que se extendió durante varios miles de años, el hombre fue
incapaz de dominar por completo el fuego, pues carecía del conocimiento
suficiente para poder encenderlo a voluntad. Había de mantenerse encendido
permanentemente, conservándolo en recipientes adecuados, que evitasen que el
fuego, vital para la supervivencia, se apagara. Posteriormente el ser humano
aprendió a controlarlo definitivamente cuando consiguió encenderlo a su
capricho. Fundamentalmente mediante dos sistemas: frotamiento y percusión. El
primero, consistente en frotar con fuerza dos pedazos de madera, hasta hacer
que lleguen por el rozamiento a ponerse incandescentes, y el segundo en el
empleo de sílex o piritas, que al golpearse producen chispas que encienden
estopas o materiales vegetales secos.
El
fuego servía para calentarse, cocinar los alimentos y garantizar la seguridad
del grupo al iluminar y mantener alejadas a las fieras. Incluso se empleaba
como auxiliar en la caza, del mismo modo que se sabe que lo utilizaban los
aborígenes australianos en tiempos pasados.
En
un periodo posterior, en el Neolítico, los seres humanos descubrieron la forma
de domesticar plantas y animales y criarlos para su propio provecho mediante la
agricultura y la ganadería. Se aseguraron así una fuente más o menos constante
de alimentos. Pronto los seres humanos aprendieron a obtener algo más de los
animales, aparte de las proteínas de su carne, su leche o sus huevos, o
subproductos como sus pieles o la lana. Descubrieron que podían utilizarlos
para explotar su fuerza en actividades como la labranza o el acarreo de pesadas
cargas. Caballos, asnos, bueyes, llamas o dromedarios, entre otros, fueron
empleados para ello y lo siguen siendo hoy en día en diversas regiones del
mundo.
Además,
la necesidad de almacenar excedentes agrícolas estimuló el desarrollo de la alfarería,
que dio una nueva utilidad al fuego empleado ahora también en la cocción de la
cerámica. Posteriormente el descubrimiento de los metales, llevó aparejado el
desarrollo de la metalurgia, la obtención de metal a partir de las menas
minerales, que implicó el uso intensivo de altas temperaturas que se obtenían
por combustión de la madera o del carbón vegetal en grandes cantidades.
Adicionalmente el hombre empleó el fuego para desbrozar grandes extensiones de
bosque para su uso agrícola.
Inventos
posteriores como la rueda, datada hacia el 3500 A.C. supusieron una mayor
ventaja para facilitar el transporte empleando la fuerza animal, al disminuir
el rozamiento. Igualmente el invento de la vela permitió explotar la energía
del viento en el trasporte marítimo.
Otros
adelantos, ya posteriores, como el molino hidráulico o el de viento, para moler
el cereal, los minerales o bombear agua se generalizaron en la Edad Media en
Europa. Igualmente se empezó a utilizar el carbón, como fuente alternativa a la
madera, que empezaba a escasear tras siglos de explotación inmisericorde de los
bosques.
De
Oriente, China, llegó a finales de la Edad Media el descubrimiento de la
pólvora que se empleó con fines militares y que permitía generar un gran poder
destructivo a partir de la energía química en ella almacenada.
Durante
un largo periodo no se produjeron avances significativos, hasta el final del
siglo XVII, momento a partir del cual empieza a notarse el influjo de los
descubrimientos científicos y los progresos realizados en el conocimiento de la
Física y la Química aplicadas a la Ingeniería. Datan de este periodo los
primeros intentos por construir máquinas de vapor, con un precedente en el
ingenio ideado por Hierón de Alejandría en la Antigüedad, que puede
considerarse más como un juguete carente de aplicación práctica que como una
máquina útil. La primera aplicación práctica del vapor fue la bomba ideada por
Thomas Savery, que se empleaba para extraer agua de explotaciones mineras.
Presentaba grandes inconvenientes por su poca eficacia y porque las altas
presiones hacían reventar con frecuencia las calderas. Posteriormente Thomas
Newcomen desarrolló un ingenio más perfeccionado, que tenía ya un pistón y un
cilindro y funcionaba con una presión menor. Problemas con las patentes
hicieron que no gozase de mucho éxito. Hay que esperar a James Watt quien
desarrolló su máquina de vapor entre 1769 y 1782, e introdujo evidentes mejoras
que la convirtieron en el motor de la 1ª Revolución Industrial.
Pronto
se desarrollaron aplicaciones de la máquina de vapor para el transporte
marítimo. Tras los tanteos iniciales, Robert Fulton fue el primero en explotar
con éxito un buque de vapor. Inventos posteriores como la hélice o la turbina
de vapor perfeccionaron notablemente el sistema. En tierra también empezó a
aplicarse la máquina de vapor y en 1814, George Stephenson, basándose en
trabajos anteriores, construyó la primera locomotora que funcionaba según este
sistema. Se inventó así el ferrocarril, que mediante rieles permitió desplazarse
al tren al aplicar el movimiento rotatorio generado por la máquina de vapor a
las ruedas. Pronto se generalizó el sistema, de forma que a mediados del siglo
XIX existían ya extensas redes de ferrocarril en Europa y Norteamérica y en en
menor medida en algunas partes de Sudamérica, Asia y África.
Hasta
mediados del siglo XIX todo este desarrollo se sustentaba todavía en el consumo
de madera, pero pronto hubo que recurrir a los combustibles fósiles, en primer
lugar el carbón y posteriormente el petróleo. En 1859, Edwin Drake perforó el
primer pozo petrolífero.
Los
avances en la Física y la Química tuvieron su repercusión inmediata en la
Ingeniería. Los descubrimientos de las leyes de la Termodinámica permitieron
conocer eficazmente el funcionamiento de la máquina de vapor y se aplicaron al
desarrollo de los motores térmicos. El estudio de la Electricidad y del
Electromagnetismo, con los descubrimientos de figuras destacadas como Coulomb,
Ampère, Ohm o Faraday, entre otros, hicieron posible transformar la energía
eléctrica en trabajo mecánico. Pronto se produjeron inventos como el motor de
corriente continua, el generador eléctrico de corriente continua, el transporte
de electricidad a distancia, el alumbrado eléctrico, la lámpara incandescente,
el motor eléctrico de corriente alterna, etc. A finales del siglo XIX se
empezaron a extender las redes de distribución de energía eléctrica por todo el
mundo desarrollado y el uso de la energía eléctrica en las ciudades empezó a
convertirse en algo cotidiano.
Con
el invento en 1876 del motor de combustión interna, por Nikolaus August Otto,
empezó a crecer espectacularmente la demanda de petróleo. Durante el primer
tercio del siglo XX fue creciendo su importancia con respecto del carbón, que
si a finales de la I Guerra Mundial suponía un consumo seis veces superior al
del petróleo, en 1930 era ya sólo del doble para terminar finalmente desbancado
por éste al término de la 2ª Guerra Mundial. Entre tanto el consumo de
electricidad siguió creciendo a pasos agigantados y para satisfacerlo se
desarrollaron centrales hidroeléctricas y térmicas, estas últimas basadas en el
consumo de combustibles fósiles para producir electricidad.
Por
último durante el primer tercio del siglo XX se desarrollaron los fundamentos
de la Energía Nuclear. Otra vez fueron los progresos de la Física, gracias a
los trabajos de figuras como Becquerel o el matrimonio Curie entre otros, con
sus estudios sobre los materiales radiactivos, los que se tradujeron en nuevos
avances que culminaron en la primera fisión artificial del átomo de Uranio en
1938 por Otto Hahn y el desarrollo del primer reactor nuclear en los EE.UU por
Enrico Fermi en 1942. Paralelamente se desarrolló la vertiente militar de la
Energía Nuclear que culminó en las explosiones de Hiroshima y Nagasaki y tuvo
como corolario la Guerra Fría, que ha ocupado la segunda mitad del siglo XX,
entre las dos grandes superpotencias, EE.UU y la URSS.
En
el último tercio del siglo XX, con el aumento de la preocupación por el estado
del medio ambiente y el agotamiento de los recursos energéticos fósiles, se han
producido grandes avances en las producciones de energías renovables, tales
como la solar, la eólica o la biomasa.
Los usos de la energía en la actualidad.
Las
sociedades industrializadas actuales demandan y utilizan cantidades ingentes de
energía destinadas a hacer funcionar las máquinas, transportar mercancías y
personas, producir luz, calor o refrigeración. Todo el sistema de vida moderno
está basado en la disposición de abundante energía a bajo coste. Su consumo ha
ido creciendo continuamente paralelamente a los cambios de los hábitos de vida
y las formas de organización social. Existe un abismo entre las demandas
energéticas de los individuos de las primeras comunidades primitivas que se
dedicaban a la caza y a la recolección y los ciudadanos de las sociedades
hipertecnológicas actuales de los países desarrollados.
Por
otro lado, es patente la evidente desigualdad existente en el mundo en lo que
respecta a la producción y el consumo de recursos energéticos. Este
desequilibrio entre países pobres y ricos, entre productores y consumidores, es
fuente de continua inestabilidad que se manifiesta en modo creciente en forma
de conflictos, tal y como las dos últimas Guerras del Golfo han puesto en
evidencia.
Las
fuentes de energía se dividen en dos clases:
Fuentes
primarias.
Fuentes
secundarias.
Las
fuentes primarias son aquellas que se encuentran de forma espontánea en la
naturaleza y o bien se utilizan directamente o bien se emplean para producir
electricidad o hidrógeno (fuentes secundarias). Entre las fuentes
primarias están los combustibles fósiles, la energía nuclear o las energías
renovables.
Los
combustibles fósiles son, junto con algunas formas de energía renovable, las
únicas fuentes primarias, que pueden emplearse directamente para generar calor,
vapor o producir energía mecánica. Pensemos en los motores de explosión (otto y
diesel) empleados en el transporte terrestre, y las turbinas utilizadas en el
transporte naval o aéreo. Igualmente se utilizan en toda suerte de
procesos industriales como altos hornos, plantas químicas, etc. Por último se
emplean en sistemas de calefacción en los hogares y los servicios.
Todas
las fuentes primarias antes mencionadas junto con la nuclear y el resto de las
renovables sirven para generar las fuentes secundarias, que actúan de
intermediarias transportando la energía al punto de consumo o sirven para
almacenarla. No se encuentran en la naturaleza espontáneamente. En la
actualidad podemos considerar dos: la electricidad y el hidrógeno. Es preciso
hacer notar aquí que el proceso de generar esta energía secundaria implica
pérdidas importantes, ya que de acuerdo con el 2º principio de la Termodinámica
en cualquier conversión nunca se puede obtener una eficiencia del 100%. A esto
debemos añadir las pérdidas producidas en el transporte. El resultado de restar
a la energía primaria estas pérdidas es la energía final, empleada en los
diversos usos.
ACTIVIDAD.
1. Escribe en el cuaderno un resumen acerca de la
evolución de la energía.
2. En la actualidad como se da el uso de la energía.
3. Consulta:
a. cuales son las fuentes de energía. Describe y habla de cada una de ellas.
b. cuales son las energías renovable o alternativas. Describe cuales son y en que consisten.
c. cuales son las energías no renovables. Describe cada una de ellas.
4. Describe de manera amplia cual es la relación que existe entre la energía y la tecnología.
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